lunes, 7 de marzo de 2011

Nubes

Los mapas satelitales nos dejan espiar la superficie donde vivimos, entonces podemos mirar siempre pero hasta una cierta distancia. Aveces la mirada se topa con unas nubes, o con la sombra de esas nubes.

Estos nuevos mapas sirven para llegar a todas partes. Permiten evadirnos de la ansiedad a la hora de preguntar a un informante desconocido. Estas topografías nos animan a recorrer cualquier barrio y se instauran como un nuevo hábito 2.0. No obstante se experimenta una pérdida, de hecho ya no nos percatamos de lo que nos da el camino. Surge entonces la teoría de que la forma elemental de ciertos juegos está detrás de todo lo que hacemos. Para el caso, se trata de la búsqueda del tesoro, juego en el que vale casi todo.
Cuando era chica vivía en un pueblo donde tenía sentido competir dentro de un grupo y que el grupo se enfunde en monos verdes o colorados. El premio no tenía valor en sí, porque tenía la facultad de transformarse en 5 kilos de helado o su equivalente en fichas del videojuegos. Los equipos confiaban mucho en sus andanzas porque la mayoría de las pistas habían sido preparadas para generar confusión adrede; entonces si alguien sabía donde crecía la flor de la pasión o en que quinta estaba el árbol del ahorcado, el nombre de las calles no era significativo. Era un mundo sin lecturas previas, en el que si te ajustabas a las coordenadas del papel, terminabas perdiendo.
Con las expectativas laborales las cosas cambiaron: es necesario averiguar el nombre de las calles y calcular la cantidad de cuadras por recorrer para llegar a x escuela. De modo que el pueblo y la infancia eran compatibles con la curiosidad de una manera diferente. Justamente, el nuevo hábito de buscar en los mapas satelitales nada tiene que ver con el hábito de buscar en los mapas de la memoria. El juego se enfrió y con el tiempo perdió relación con el mundo concreto, se fue inclinando por los mundos posibles, por los recorridos por andar antes que por los bien conocidos. Hoy más que nunca, se hace difícil ver lo que nos da el camino.

2 comentarios:

  1. ¡Hermoso amiga! y cuánta nostalgia de niñez...

    Abrazo

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  2. Diga que todavía no estoy senil... como siempre, viene bien acordarse de los pormenores pueblerinos

    La abrazo a la distancia m'hijita!

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Vidrios rotos