viernes, 25 de enero de 2013

La Dessolación


La dessolación es des-solarse, porque solarse está bien unos días, más de tres meses no. Entonces, comparto mi cama con un lector, sí, uno de ustedes, cualquiera.
Me despierto acá, me duermo y me descanso. También me agasajo con un paquete de galletitas. Nunca me faltan las maicenitas, el vaso de terma y mi ventilador turbo. Por eso, si quieren dessolarse, intentenló! Nunca es tarde para el putibloggering sentimental

martes, 22 de enero de 2013

Interrupción de la siesta

Uno de los perros de al lado impone terror. Siempre aúlla con la sirena de los bomberos; pero no ladra ante la aparición de niños perdidos, pibes con gomera, motochorros en fuga, etc. Su dueño nunca lo llama por su nombre, o el perro no tiene nombre. Chisté para callarlo, pero el animal todavía aúlla porque la sirena continúa. El sonido dispara su canción rastrera, sin otra causa que un mal presagio, el dolor en sus tímpanos o el instinto del lobo ancestral que perdió a la manada. Hay instintos durmiendo adentro del perro hasta que de pronto algo no muy lejos lo llama. Lo que pasa ya no le importa, pierde contacto con nuestra realidad doméstica y abandona su vida llana.

jueves, 10 de enero de 2013

¿Suspiro de monja o bola de fraile?

No me da bola
me da, me dio; me dará?
bola, boludo, bala

Pero no es gay
yo no, yo no
sí, es re
¿refleja mi ser?

Quiero estar
bien?
con él?
Quiero ser
flan?

Otra vez escondo
deseo
en mí
Mamushka
una mujer
esconde otra

jueves, 3 de enero de 2013

Con o sin

Las cosas se desprenden, se dividen, y el tacto es esa imagen sensorial con la que significamos nuestra capacidad de apego/desapego. Uno tiene tacto cuando sabe tratar al otro como lo merece. Y es por eso que nadie en su sano juicio tratará al paria con lástima. Al paria, ser insignificante, del que se puede pasar, como de un clochard, no se lo observa con detenimiento. No obstante, su imagen sobrevive e impregna la retina. No la podemos desechar porque consigo lleva la incoherencia de vivir a la intemperie; esto es haber perdido el hogar o el derecho a la familia. Carecer o prescindir de ella es un hecho social in crescendo.
El desapego del paria es intencional ya que elige lo que la mayoría evade: llámese soledad o angustia de no tener con quien contar. Si tratamos al paria con lástima, si derrochamos gotas de cariño sobre su rostro, palabras de elogio o compasión, estamos ofreciéndole un resto del que quiso huir.
Mucha gente sin tacto olvida que quienes viven la angustia y eligen la soledad no pueden fingir apego, porque un paria solo recibe lo que da o lo que es igual, indiferencia.