sábado, 9 de noviembre de 2013

El flaco

¿Qué se puede decir del flaco? Esa voz de boba que tiene, pobre. Encima no se saca la gorrita. Es terrible como me mira. Me trasmite sus ganas, no sé de qué. Me da curiosidad, primero y antes que nada ¿tendrá los abdominales marcados como una tableta de chocolate con leche? ¿tendrá vigor con todos esos huesos? Me parece un poco justo con él, digo, darle la oportunidad de conocerme, aunque sea superficialmente. Es muy alto, no puedo disimular cuando lo miro a la cara, buscando el espejo del cielo. Siempre buscando su atención. Lo veo un día con un cigarro en la oreja, otro con un cajón al hombro, lo encuentro trabajando solo o acompañado, fumando y hablando con los jefes. No me puede hacer nada que yo no quiera. Digo: levantarme hasta un metro ochenta del suelo y tirarme a la mierda por contarle mi historia de hoy.

El gordo

Es un abandonado el gordo, y no puede ser más pollerudo. Está todo el día encerrado en la cueva con mamá osa y papá oso. Cada vez que sale da la casualidad que me levanté. Encima se pone a lavar la ropa el pelotudo. Es horrible lo que veo, siento que me acecha, me espía. Un día de estos lo voy a pescar mirando para mi casa. No puede ser tan triste. Todo el día solo, ni un amigo, ni una mujer. Me da vergüenza ajena. Yo así no quiero seguir viviendo. No le dije nada a Sandra sobre esto. Pero me angustia y me pone nerviosa porque no entiendo qué carajo hacer con mi vida. A veces sería más que sencillo mandar a la mierda a la gente, y punto. Pero en este caso, al gordo no le puedo decir nada, porque me da miedo, me paraliza. Puede vengarse. Pero si no estuviese ahí al lado, lo mandaría a la mierda, por la mala onda. Esa gente no trasmite nada, ni siquiera curiosidad. Es evidente que no hace un carajo de su vida. Espero que eso no sea contagioso.

Sandra

Me guía y me desvela. No me deja dormir, me dijo varias cosas serias. Cosas como qué debería decir, hacer, escuchar y omitir en momentos de ansiedad, de premeditación adelantada y angustia oral.
Nunca hablamos de Cristina, Amado o Néstor. A veces hablamos de Nicolás, pero no vale la pena, tiene pareja, varias en realidad.
En por Sandra que empecé a salir de mi parálisis mental. No lo hice por mí, siento que no puedo defraudarla, porque tiene planes y tiene agenda.
Pero yo no. Yo pierdo mi tiempo y cada vez que puedo dejo escapar la oportunidad y si tengo ganas me meto en mi casa, me tiro en la cama y duermo sin que nadie me despierte. Aunque todavía me desvelan las mismas preguntas, obligaciones y metas.