sábado, 9 de noviembre de 2013

El gordo

Es un abandonado el gordo, y no puede ser más pollerudo. Está todo el día encerrado en la cueva con mamá osa y papá oso. Cada vez que sale da la casualidad que me levanté. Encima se pone a lavar la ropa el pelotudo. Es horrible lo que veo, siento que me acecha, me espía. Un día de estos lo voy a pescar mirando para mi casa. No puede ser tan triste. Todo el día solo, ni un amigo, ni una mujer. Me da vergüenza ajena. Yo así no quiero seguir viviendo. No le dije nada a Sandra sobre esto. Pero me angustia y me pone nerviosa porque no entiendo qué carajo hacer con mi vida. A veces sería más que sencillo mandar a la mierda a la gente, y punto. Pero en este caso, al gordo no le puedo decir nada, porque me da miedo, me paraliza. Puede vengarse. Pero si no estuviese ahí al lado, lo mandaría a la mierda, por la mala onda. Esa gente no trasmite nada, ni siquiera curiosidad. Es evidente que no hace un carajo de su vida. Espero que eso no sea contagioso.

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