sábado, 9 de noviembre de 2013

El flaco

¿Qué se puede decir del flaco? Esa voz de boba que tiene, pobre. Encima no se saca la gorrita. Es terrible como me mira. Me trasmite sus ganas, no sé de qué. Me da curiosidad, primero y antes que nada ¿tendrá los abdominales marcados como una tableta de chocolate con leche? ¿tendrá vigor con todos esos huesos? Me parece un poco justo con él, digo, darle la oportunidad de conocerme, aunque sea superficialmente. Es muy alto, no puedo disimular cuando lo miro a la cara, buscando el espejo del cielo. Siempre buscando su atención. Lo veo un día con un cigarro en la oreja, otro con un cajón al hombro, lo encuentro trabajando solo o acompañado, fumando y hablando con los jefes. No me puede hacer nada que yo no quiera. Digo: levantarme hasta un metro ochenta del suelo y tirarme a la mierda por contarle mi historia de hoy.

2 comentarios:

  1. Osa. Nunca dejes de escribir. No sé cómo hacés, pero todo lo que decís, es siempre la contracara de un poema que no escribiste.

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Vidrios rotos