viernes, 28 de febrero de 2014

Esa clase de persona

Ser de esos que piden permiso hasta para ponerse tristes, permiso con permiso.
Ser de esos que no pueden sacar sus emociones a menos que la audiencia lo apruebe, con sello y moño.
Ser de esos que leen cosas sobre esos, por ejemplo, en la semana, casi que me mata la vida corriente, de lo más corriente que hay, pero dije, no va que mejor me compro un libro y me compré el más desesperante relato sobre esos que no pueden hacer nada sin abrir los ojos grandes como una lechuza. Hoy por esas cosas de la vida, tuve que volver a la escuela donde trabajo de profesora de letras que en realidad no soy, o sí soy, pero solamente en la práctica. Soy de esas que no pueden dejar de poner una tilde, una mayúscula pelotuda diría la Venturini, que es la autora del libro que me compré. De paso para que la vida corriente no me reabsorba, a quién engaño, igual lo logró. De paso, decía, vi un documental sobre la señora, que es una señora muy mayor y que según la Enriquez, Aurora Venturini es muy pUnk, y dijo pUnk, no pank.
Entonces la corriente me llevó a esa escuela donde trabajo hace como 4 años, donde no soy amiga de nadie, ni nadie me reclama su amistad. Abrí grandes los ojos y encontré en la gente la misma sonrisa, mueca, torpeza, languidez, y bueno, se puede pensar que eso es muy superficial, pero no. Hay miradas huidizas y miradas francas, a mí me cuesta mucho creer en la franqueza, pero bueno. Lo de las miradas huidizas es un problema serio, porque por algo se hacen los tontos, y yo sé que de tontos no tienen mucho.
Así que perdón, perdón por sospechar de la franqueza y por lo bajo sentir que es de la gente más engañosa que hay, convincentes quizás. Por ejemplo, nos convencen de que somos lindas las profes de lengua, las altas con pelo corto y piel de gasa. Pero abrir los ojos más grandes y ver que los de la mirada huidiza cambiaron las reglas del juego. Eso está claro, tengo la tiara bien puesta. La rana reina, que viene de otro pozo, que se enchastra un poco pero que lucha en el lodo, jamás se hunde.