jueves, 6 de enero de 2011

Concisos

A la tarde, tuvimos un diálogo simple:

_¿Qué hago si gendarmería me pide los documentos?

_Muy fácil, se los das.

_¿Y si no los llevo conmigo?

_Ah no, no podés. Tenés que llevarlos siempre.

_A mí no me parece tan así.

_Eso porque vos estás equivocada.

_Bueno papá, no me parece bien y punto.

Seguro que hoy sueño con una banda de bigotes heavies que le pide los documentos a papá, seguro que sueño que papá no los porta y al final aprende la lección. Aprende duro, pero aprende.
Pero antes de que lo sueñe, viene mamá y me dice:

_No sabés lo que me pasó hoy en la ruta, nos hicieron bajar del colectivo en La Reja y nos pidieron los documentos, decí que tenía el recibo de la jubilación, si no me llevaban en esas camionetas verdes llenas de gente (mamá nunca dice negros) que andá saber...

_Mamá vos no entendés, preguntale a papá qué hay que hacer cuando te paran los gendarmes, él sabe y me lo dijo todo bien claro.

Al final no sueño nada. Ellos se entienden a los gritos y no me dejan dormir ni con la puerta cerrada.

A la mañana me preguntaba si "el suceso" no había sido una lección solapada de madre, que ante mi actitud de mierda se vio obligada a escenificar y fingir algo (con botas) que pronto será habitual para el pequeño ciudadano bonaerense.

Si soy concisa, el narcopower local no aprende más. Mientras tanto con madre me educo y entretengo sanamente.

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Vidrios rotos