jueves, 13 de enero de 2011

Brasilera impertinente

Como todas las tardes, la cebadora inconstante repartió sus mates.
Sin apuro se ceba un mate de coca. Tragó el polvillo sin un gesto de disgusto. Siempre se banca los "primeros mates".
El nivel de expectativa iba in crescendo, hasta que le pasó un amargo a la hermana, sentada en el sentido contrario a las agujas de reloj. La brasilera estaba a la derecha. Cayó para las fiestas y desde entonces finge, sin éxito, mantenerse cool. Pero le gana la calor bonaerense, y se nota.
La hermana tomó el mate y no objetó nada. Pero la brasilera, que jugaba de visitante se creyó con cierto privilegio. En general las visitas de cabotaje perciben en la cebadora a un ser parco, poco cortés. Pero no hubo nada personal, sólo se trata de distribuir el tiempo y la espera.
La brasilera tomó un mate dulce y la cebadora observó que la "visita" estaba muy concentrada en darle unos grisines rancios a la perra y lo más importante, que su manera de devolver el mate fue un tanto frívola.
En cada devolución se toma contacto con la mano del otro, y el contacto puede ser espontaneo, desinteresado y agradecido o al contrario, se puede percibir ansiedad, un poco de torpeza e inquietud. Esto se transmite siempre y rara vez cambia.
Durante la ronda no hubo nada friendly y la conversación no dio para más (llegó hasta un límite de tres mates). La ronda se diseminó con un debate en torno al valor del peso uruguayo y la decadencia del peso argentino en comparación con el Real. Para la brasilera 100 pesos eran la friolera de 25 dólares y eso fue todo.
A estas alturas debe estar de paso por Punta, camino a Río Grande do Sul. A mí sólo me queda tomar mates mejores ¿Vos qué vas a hacer?

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