miércoles, 17 de febrero de 2010

El metal se oxida y se marca niño!!!

La lluvia se escurre sobre Sílica y abre alrededor milimétricos surcos de ácido. De charco en charco agudizo el detalle del olor a manojo de llaves...
Me olvido de nuestra mala suerte porque sé que el niñito está ahí. Entonces él, cauteloso, atraviesa la dimensión opaca y me hechiza con la duda: ¿Qué significa el sonido que acopla? ¿Qué dice el eco en su lengua de metal?
Aunque el aura lo escude en un mundo propio, veo el detalle y agudizo en superficie que el niño llora. En un desprendimiento de óxido intermitente, entiendo que no alcanza con quedarse inquieto. Hay que hacerle lugar: un refugio para el pobre. Qué mejor oportunidad para ver de cerca los fantásticos signos de su fortaleza...

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Vidrios rotos