viernes, 22 de octubre de 2010

Villa eterna

De nuestra "amistad" lo único que quedó es un blog malnacido, un libro sin comprar, dos películas sin ver y tres nombres que en su momento no me acordaba.
Qué pena que no se borran de la punta de la lengua.

Papá nos dejó al nacer y mamá nos dejó de grandes, pero por más que seamos altos, no aprendimos a pararnos como adultos, ni a mirar más allá de nuestra casa.
En el balcón vos mirás pero no podés ver bien y siempre te quedás con la sensación de que el mundo son los cables, los transformadores y los pajaritos.

Seguís ahí tomando mates en lo de Rosita. Pero yo no sé si tengo ganas de vos ya sabés...
Hay algo de eso que escribimos juntos de lo que te quería hablar. Detrás de la ligustrina, me habías dicho de volver y yo me quedé pensando que por ahí me engancho de vuelta.

2 comentarios:

  1. en mi casa hay un ligustro. también le decimos ligustrina. y yo pensaba que decirle así era algo puramente nuestro: de mi casa. Como decirle lombote a lo que te queda después de un golpe. me agrada encontrar la palabra ligustrina, siempre me agrada. sobre todo los domingos a la mañana, aunque esta es del viernes.

    saludos.

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  2. El léxico me activa ligustrina justo en el límite frondoso de las manzanas que me hacía en bici (cuando tenía bici)

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Vidrios rotos